La energía que bajaba del
escenario compensó la poca gente. Charly García fue invitado
sorpresa, vestido de violeta. El primero de los dos
conciertos con los que Fito Páez presentó su reciente Rey sol fue
una prueba más de los tiempos de crisis a los que el rosarino suele
referirse en sus canciones. Como en varios shows que se hicieron en el
Estadio Obras durante este año, el lugar estaba apenas a la mitad de
su capacidad. Por eso resultó lógico que el cantante arrancara con
“El diablo de tu corazón”: “Ey, ¿qué te pasa Buenos
Aires?”, insta Páez a la ciudad a salir de la apatía. “No seamos
pechos fríos”, dijo en otro momento. Quizá la respuesta a varios
de los interrogantes que plantea “El diablo...” (“¿por qué nos
cuesta tanto el amor?”, por ejemplo) se encuentre en una vieja y
rabiosa pieza que el rosarino escogió para el final del concierto. Si
en esta puta ciudad matan a pobres corazones, habría que cuestionarse
de qué hablamos cuando hablamos de amor. Páez se pasó buena parte
del concierto intentando que los huecos en el campo y las tribunas
fueran compensados por la energía que bajaba del escenario. En buena
medida lo logró, porque el público se entregó de lleno cuando
sonaron éxitos de otras épocas como “Tumbas de la gloria” (casi
nadie pareció percibir la entrada en falso), “11 y 6” o
“Polaroid de locura ordinaria”, y respondió bien a los temas
nuevos. Uno de los momentos más aplaudidos fue cuando el rosarino
presentó “Rey sol”, con sonido a la Steely Dan: “Vino un niño
precioso a iluminar la vida y acá hay una canción que habla de él”,
dijo en referencia a su hijo Martín. |
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